El descubrimiento de los Rayos X y su posterior aplicación en el diagnóstico y detección de un gran número de enfermedades y condiciones patológicas de huesos y órganos internos, trajo un avance en la medicina, y desde luego también en la Odontología. Desde entonces se han venido perfeccionando los equipos y técnicas de Radiología, para finalmente convertirse en un medio de diagnóstico de gran precisión, fácil manipulación y excelente nivel de seguridad. Sobre todo en las radiografías dentales, donde las dosis de radiación utilizadas son absolutamente pequeñas. Desde luego hay situaciones en las que es preciso tomar medidas de prevención especiales, por ejemplo durante el embarazo o en condiciones tales como en pacientes que padecen cáncer de cabeza o cuelo, en pacientes inmunosuprimidos, etc. En Odontología utilizamos varios tipos de radiografías, desde las individuales que se hacen a uno o varios dientes, bien sea para observar las coronas o las raíces, llamadas Radiografías Coronales y Radiografías Periapicales respectivamente; o las que se realizan para observar todo el conjunto de dientes y huesos por ejemplo del Maxilar Superior o Inferior, llamadas estas Radiografías Oclusales. Hay otros tipos de radiografías más especializadas, llamadas Extra-orales, en las que se toma todo el conjunto cráneo facial, de frente, de perfil o en ciertas posiciones especiales; para observar las Articulaciones Temporo-mandibulares, en el sitio donde se articula la mandíbula con el cráneo; además para detectar los diferentes patrones de crecimiento y desarrollo óseo, o para diagnosticar y precisar anormalidades que deben ser tratadas mediante Ortodoncia, Ortopedia o Cirugía.
Para observar la cantidad de dientes:
· Existencia de supernumerarios
· Falta de piezas dentales.
